viernes, 30 de abril de 2010

Con licencia para matar

Sucedió esta mañana. Iba caminando por la calle Tetuán para hacer unas gestiones y de pronto escucho el rugido de los motores de dos motos de la Policía Local. Me digo: "Mira, es importante que controlen que las bicicletas no circulen por aquí, que a mí ya han estado a punto de atropellarme varias veces". Pero no, casi saliendo de la calle se cruzan con un ciclista y ni siquiera le llaman la atención. No digo ya multarlo, sino al menos decirle algo. Pues nada.

Le hice una foto al ciclista para que quedara constancia de la infracción.


Un poco más adelante otra pareja de municipales tenían retenido, pidiéndole la documentación, a un chico que estaba intentando vender en la calle cinco o seis abanicos (no tenía más) que había pintado. Ya me dirás tú el daño que ese chaval le hacía a los negocios de la zona. Vamos, para hundir la economía sevillana.

Pues nada, a perseguir a los pobres que hacen lo que pueden para ganarse la vida, y licencia para matar a los ciclistas sinvergüenzas que se saltan todas las normas.

Que conste que en absoluto reprocho la actitud de los policías municipales. Sé que ellos sólo cumplen órdenes. Y el alcalde y sus socios les tienen dadas órdenes de que dejen en paz a esos ciclistas que no respetan las normas básicas de convivencia, de la que ellos tanto hablan, supongo que porque eso les quitaría votos. El chaval de los abanicos no.

Imagino que los que son irresponsables siempre terminan votando irresponsablemente. Digo yo.

jueves, 22 de abril de 2010

Deportividad

Ya escribí hace tiempo para un periódico deportivo de Sevilla un artículo sobre lo cínico que es el mundo del deporte, especialmente en aquellos deportes que mueven mucho dinero, y como la deportividad, que es lo que debería primar y a muchos se les llena la boca con esa palabra, ni existe ni se quiere que exista, porque no interesa.

En estos días se han dado varios acontecimientos que me han hecho recuperar esta reflexión. Por un lado, el niño mimado de la Fórmula 1 (inglesa), Lewis Hamilton, lleva ya dos grandes premios haciendo lo que cree oportuno, saltándose todas las reglas habidas y por haber que rigen este deporte, porque sabe que haga lo que haga él tiene "licencia para matar", como su compatriota James Bond, y no le van a sancionar de ninguna de las maneras. Es vergonzoso que las actitudes descaradamente antideportivas se este piloto se premien en vez de castigarse, pero ahí queda la cosa. Ya vivimos en la Fórmula 1 algo parecido con Michael Schumacher, en sus tiempos, que sería mejor o peor piloto, no lo sé, pero desde luego siempre recurría para ganar a las argucias más sucias que se le ocurrían, aunque a él sí lo sancionaron alguna vez (ni la décima parte de las que hubiera merecido, pero algo es algo).


En motociclismo pasa algo parecido con Valentino Rossi, que no termino de saber si es o no buen piloto, porque la mayoría de las veces gana haciendo trampas. Y llevamos dos años viendo como su compatriota Marco Simoncelli ha puesto literalmente en peligro la vida de varios pilotos y no ha sido ni muchísimo menos sancionado. Todo lo contrario. Encima le ponen la etiqueta de genio del motociclismo.

Lo peor de todo es que estos personajes se convierten en modelo, diría que incluso en ídolos, de muchos niños que intentarán imitarlos, en lo bueno y en lo malo. Y escasean, la verdad, los deportistas deportivos, valga la redundancia.

En este sentido, me gustaría destacar a una persona que cada día me gusta más, por lo centrado, lo cabal, y porque creo que encarna perfectamente el espíritu que debería dominar en el deporte, el del respeto, la modestia y la deportividad. Me refiero al entrenador del F.C. Barcelona, Pep Guardiola.


Destaca además por estar en un equipo, en un entorno, que en absoluto ayuda a esta postura, donde los directivos son modelo de muy pocas cosas buenas, por no decir ninguna. Adelanto que no soy barcelonista, ni mucho menos, pero reconozco que ayer el equipo de la ciudad condal sufrió un arbitraje que rozó la persecución. A mí me pareció increíble. Y en un ambiente llamemoslo "italiano", que es todo lo contrario a lo que encarna el espíritu deportivo. En esa tesitura, y con la tensión del encuentro aún a flor de piel, el entrenador del equipo contrario, el Inter de Milán, hizo todo lo posible, usando muy malas artes, por provocar a su homónimo del Barcelona. Creo que cualquiera en esas circunstancias habría caído en la trampa. Y precisamente por eso destaco las declaraciones de Pep Guardiola sobre Mourinho, que fueron las siguientes:

"Le conozco desde hace tiempo y no voy a invertir ni un solo segundo para desgastarme. Es un buen entrenador. (...) Somos una gran entidad y un referente para muchos niños. No voy a perder la concentración con esto".

Al menos una persona en el mundo del deporte con la suficiente cabeza como para darse cuenta de que son "referente para muchos niños", a los que pueden hacer mucho daño con sus actitudes. Me quito el sombrero ante este hombre. Espero que siempre actúe así. No obstante, me gustaría avisar a Guardiola que tiene en sus filas a uno de los jugadores más rastreros y antideportivos del fútbol español, Sergio Busquets, al que por cierto él descubrió. Creo que es un jugador con unas cualidades magníficas, pero a mí no me compensa tener a un jugador así si después las malas artes están por encima de todas las buenas cualidades. Algo así como Guti en el Madrid. Claro que para Busquets, esa actitud rastrera y poco deportiva ha tenido su premio... ir a la selección nacional.

Así de duro y de cínico, como decía al principio, es el mundo del deporte.

miércoles, 14 de abril de 2010

Hoy he sentido vergüenza

Hoy, por primera vez en toda la temporada, y creo que en mucho tiempo, he sentido vergüenza de mi equipo. He sentido tremenda vergüenza de mi Sevilla.

En esta temporada se habrán hecho partidos mejores, peores, habrán salido las cosas mejor o peor, pero esa actitud de todo el equipo de dejadez, de inoperancia, de falta de lucha,... desde los jugadores hasta el banquillo. No dar un pase en condiciones, perder cantidad de balones, no volver a defender, no saber lo que hacer delante del portero contrario,... Anda que si llega a estar Manolo Jiménez sentado en el banquillo, la que se hubiera montado. Pero no, leo los portales anaranjados de internet o la prensa deportiva, y nada, nadie da caña, nadie critica. Verdaderamente increíble.

No me considero un defensor a ultranza de Manolo Jiménez. Nunca me lo he considerado. Simplemente, desde siempre me ha indignado la actitud de algunos medios de comunicación de hundirlo a toda costa, y sobre todo, la actitud de buena parte de la afición que en plan borrego se ha ido tragando todas esas milongas y en vez de defender a su entrenador lo ha perseguido también. Eso es lo más duro.

Pero ahora la excusa ¿cuál es? Yo defenderé a Antonio Álvarez igual que he defendido a Manolo Jiménez, porque es el entrenador de mi equipo, y además es sevillista. Pero de verdad espero que llegue cuanto antes ese juego virtuoso que había prometido, porque lo de hoy, ante un equipo malo de solemnidad, que lo único que ha hecho ha sido correr, hemos hecho el más absoluto de los ridículos. Y el otro día, contra el Málaga, otro tanto de lo mismo. Lo que pasa es que el otro día nos sonrió la fortuna, esa misma que le volvió la espalda al Sevilla de Jiménez contra el Xerez, y que le costó el puesto. La fortuna. Bendita fortuna,... maldita fortuna.

Por favor les pido a estos jugadores que no me hagan avergonzarme más, que den la cara, que luchen, que corran,... que le tengan un respeto a ese escudo que llevan en el pecho, y que es tan importante para tantas personas.