domingo, 12 de mayo de 2013

Igualdad

En la puerta de un colegio sevillano han colocado un cartel que versa: "Por favor, despejen la puerta a la hora de entrada de los niños. Gracias".

Hasta ahí todo normal. El mensaje creo que es claro y no hay que ser ningún lumbreras para entenderlo.

Pero un (o "una") "talibán" (o "talibana") de la igualdad ha escrito "¿Y las niñas? También".




Como digo no hay que ser ningún premio Nobel para entender que el cartel se refiere a los niños y a las niñas. Se llama masculino genérico, y está reconocido por la RAE cuando el mensaje es suficientemente claro, como en este caso.

Por otro lado, yo de pequeño estudié la economía del lenguaje, como el concepto de expresar algo de manera clara utilizando el menor número de palabras posible. En este sentido, no entiendo que la igualdad o el respeto por el otro sexo se fundamente en decir lo mismo hablando (o escribiendo) el doble.

De esta manera hemos podido ver textos esperpénticos, especialmente normativos (recuerdo alguno absolutamente ridículo en un boletín oficial del País Vasco) donde la complejidad de escribirlo todo dos veces consigue que se pierda el mensaje que se quiere transmitir.

Repito que la igualdad (idea que defiendo sin lugar a dudas) no es eso. Como tampoco lo es esa tendencia reciente a la "paridad". La igualdad consiste en respetar a hombres y mujeres con los mismos derechos, y en valorarlos por sus capacidades, independientemente de su sexo.

No es justo que para un puesto de trabajo (o una concejalía, o un ministerio) para el que la persona más preparada sea una mujer, se ponga a un hombre menos capacitado que ésta por el mero hecho de ser hombre.

Pero tampoco es lógico que para diez puestos se coloque, sí o sí, a cinco hombres y a cinco mujeres. Porque si lo hacemos así podemos dejar a personas (hombres o mujeres) más capacitados fuera de esos puestos.

La igualdad consiste en poner a los mejores. Y si los mejores son nueve hombres y una mujer, pues eso es igualdad. Y si los mejores son nueve mujeres y un hombre, pues eso es lo que hay que hacer.

Me parece que tampoco hay que ser premio Nobel para entender esto.


1 comentario:

José Luis dijo...

Lo firmo de punta a rabo. Un saludo, Andrés.