domingo, 11 de marzo de 2012

Envidia sana

Ayer sábado pude ver a ratos el partido Sporting - Sevilla (verlo entero era sólo para masoquistas) y Betis - Real Madrid.

Como digo, ninguno de los dos los vi enteros, sólo a ratos. La primera conclusión que saco de lo que vi fue comprobar, una semana más, la manera vergonzosa en que le van a regalar al Real Madrid esta liga. Resulta repugnante ver como un equipo con la plantilla que tiene, hecha a base de millones, de los millones que les han robado a los demás equipos, necesita que encima los árbitros les regalen el 90% de los partidos que han ganado. Y no exagero con el porcentaje.

Una semana tras otra el Real Madrid saca adelante sus partidos gracias a la colaboración desinteresada (?) del colegiado de turno, con el más absoluto descaro. En el día de ayer, la mano de Sergio Ramos en la última jugada del partido no sólo fue clara, sino que pilló al árbitro de cara, y la vio perfectamente. La vio, pero no tuvo bemoles de pitarla. El trencilla, un novato de 2ª División B que estaba de 4º árbitro y tuvo que sustituir a Iturralde en el descanso porque éste se lesionó. Si hubiera estado Iturralde en el campo, un hombre con mucha más experiencia, tengo la absoluta certeza de que... tampoco habría pitado el clarísimo penalti. De eso no tengo ninguna duda.

No soy ni madridista ni barcelonista. Para nada. Me importa poco lo que hagan esos dos equipos. Pero el que entiende un poquito de fútbol sabe que este año, el equipo que hace buen fútbol, el que lo borda,... ése no va a ganar la liga.

De todas formas, tras haber visto (a ratos, como digo) el partido de mi Sevilla un rato antes, ayer tuve una envidia tremenda al ver cómo jugaba el otro equipo de la ciudad. Qué manera de luchar, de poner al Real Madrid (con sus 14 jugadores) contra las cuerdas, de correr, de meter la pierna, de pelear, de... Qué manera de defender un escudo. El fútbol va por rachas, todos los sabemos, pero en estos momentos los jugadores del Sevilla no defienden el escudo con ese coraje.

Hubo una época en que sí lo hacían. Ahora no. Y con el entrenador que tenemos en estos momentos tengo claro que no lo harán. Además de no tener ni idea de cómo plantear un partido tácticamente.

Y lo reconozco, me da envidia ver al eterno rival. Un equipo más modesto, sumido en una grave crisis económica, diseñado para mantenerse en la categoría (un objetivo muy distinto al que en teoría tenemos nosotros), pero que nos da una lección de lo que significa darlo todo en el campo. Después ganarás o perderás (ayer estoy convencido de que habrían ganado de no ser por el arbitraje), pero te puedes ir satisfecho de que lo has dado todo, de que te has vaciado por defender unos colores.

Envidia, sí señor. Eso es lo que siento. Envidia sana.

Y seguimos a 10 puntos de la salvación (el objetivo que yo miro ahora mismo).

1 comentario:

José Luis dijo...

Pero no se lo digas a los béticos,que se crecen...