domingo, 16 de mayo de 2010

Mucho que cambiar

He intentado esperar a que terminara la temporada para hacer una reflexión más profunda de todo lo que ha pasado en estas últimas semanas de Liga. Lo cierto es que lo del partido de hoy me parece que no nos lo merecíamos ningún sevillista, y la directiva tendrá mucho que analizar.

Desde que Antonio Álvarez cogió las riendas del equipo no se ha visto nada de nada. Dudo que el resultado hubiera sido peor si Manolo Jiménez se hubiera quedado. Sé que es fácil hacer este análisis a posteriori, y yo mismo reconocí tras el partido del Xerez que no tenía claro cual era la mejor solución, pero yo he terminado indignado todos y cada uno de los últimos partidos del campeonato. En algunos hemos ganado, incluso hemos goleado, pero lo cierto es que la imagen del equipo siempre ha sido la misma. Un grupo de futbolistas que no sabían a qué jugaban (dirá Antonio Álvarez que el equipo no ha tenido tiempo de asimilar sus esquemas de "juego virtuoso"), un estado físico lamentable, probablemente el peor de todos los equipos de Primera División, y un buen grupo de jugadores que no luchan, no corren, no pelean... en definitiva, que no lo dan todo por el escudo que llevan en la camiseta (de este grupo se salvan sólo un puñado, la mayoría de los canteranos y poco más).

Con esta actitud, con este espíritu y con esta fortaleza tenemos que afrontar ahora una final de Copa del Rey. Por suerte, a un solo partido puede pasar cualquier cosa, pero me da pánico pensar cómo va a ser ese partido.

Lo del partido de hoy con el Almería, repito, creo que no se lo merecía esta afición. Yo cuando terminó el partido reconozco que no podía ni siquiera estar feliz. La felicidad por el gol de Rodri rápidamente me llevó de nuevo al estado de cabreo desproporcionado que había tenido durante el resto del partido. No puede ser que en un partido en el que el Sevilla se juega tanto, el equipo salga con esa actitud "pasota" con la que salió.

No puede ser que ante un equipo de mitad de la tabla que no se jugaba nada, la sensación fuera que ellos se jugaban la vida y nosotros no.

No puede ser que un jugador se pase el partido sin oler un balón y además insultando a los colegiados hasta que lo terminan expulsando.

No puede ser que nos hayamos salvado, entre otras cosas, porque el árbitro no pitó un penalti clarísimo por manos de Stanckevicius a poco de comenzar el choque (muchos partidos nos han robado esta temporada, pero hoy hay que reconocer lo que es justo).

No puede ser que el entrenador no tenga claro lo que tiene que hacer en un partido tan crucial, sentando y levantando a los jugadores del banquillo sin saber por donde meterle mano al partido.

Y no puede ser que lo que nos haya metido finalmente en Champions sea un golazo... ¿lo habéis visto? Un GOLAZO, con mayúsculas, de un canterano de 19 años que se ha dejado la vida en el campo como si cobrara un sueldazo... lo que cobran otros que ni siquiera corren.



Esto no puede volver a pasar la próxima temporada. He dicho una y mil veces que la afición del Sevilla F.C. no se debe creer lo que no es. Que hemos llegado a donde hemos llegado desde la humildad. Y que a veces le hemos exigido al equipo más de lo debido. Puede parecer que toda esta crítica va en contra de lo que he defendido tantas veces. Pero también he dicho siempre que lo que no se le puede exigir a equipo es que gane siempre, pero lo que sí espero de los jugadores del Sevilla es que den la vida por el escudo. Después las cosas saldrán o no saldrán, los resultados acompañaran o no. Pero la actitud siempre se la voy a exigir.

De poco me sirve que le metamos 5 goles a un Racing ante el que no hicimos prácticamente nada, sino que el equipo contrario se suicidó literalmente y nos regaló el partido. Probablemente ese día cualquier equipo le habría hecho 5 goles al Racing. Porque con un partido igual de malo, ante el Valladolid, terminamos perdiendo simplemente porque ellos lucharon y corrieron 50 veces más que nosotros.

Ojala ganemos la Copa del Rey el próximo miércoles sin necesidad de que a nadie le dé un ataque al corazón como en el día de hoy. No sé si eso es un sueño.

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