lunes, 6 de febrero de 2012

El uso de la “justicia”

La justicia (deportiva, ordinaria o de otro tipo) se ha convertido en un arma peligrosa, usada a veces simplemente para quitar de en medio a alguien que incomoda, sin importar si ha cometido o no un delito.


Hace poco me congratulaba de la decisión (absolutamente evidente, por otra parte) de la justicia deportiva española de declarar inocente a Alberto Contador de la acusación de dopaje que pesaba sobre él por haberse encontrado en su organismo 50 picogramos (50 x 10-12 gramos) de clembuterol.



Aquí tenéis el enlace:
http://www.andressegura.blogspot.com/2011/02/felicidades-alberto.html



Y no digo que la decisión fuera evidente porque Alberto Contador no se hubiera dopado. Yo no sé si alguna vez en su vida este ciclista se ha dopado. A mí personalmente es un deportista que me transmite confianza, y me creo (aunque no tengo pruebas) que ha jugado limpio. Lo que es evidente es que en esa ocasión no lo hizo. No hay pruebas de que lo hiciera. Y se puede perdonar a alguien sin pruebas, pero lo que es evidente (o eso pensaba yo) es que no se puede condenar sin pruebas.

Pues la sentencia de la justicia deportiva española fue recurrida por la Unión Ciclista Internacional (organismo que no destaca especialmente por su limpieza) y la sentencia del TAS (otro organismo sobre el que pesan serias sospechas sobre su independencia) del día de hoy ha declarado a Alberto Contador culpable de dopaje, sin aportar ni una sola prueba de ello y entrando en evidentes contradicciones que hasta un niño pequeño entendería. ¿Es eso justicia?


El problema,  como digo, no es que Contador se dopara o no. El problema (y grave) es que la justicia es capaz de declarar culpable a una persona por un delito que nadie ha demostrado que cometiera. Es una sentencia absolutamente ridícula. Como otras tantas sentencias que condenan (y ya aprovecho para sacar el tema) a un determinado abogado por prestar sus servicios a un ayuntamiento de la Costa del Sol, con toda la documentación en orden y con facturas en regla. He leído la sentencia del llamado “Caso minutas” y no hace falta ser abogado para comprender que es absolutamente de chiste. Es inconcebible que se condene a una persona con esos argumentos “aplastantes” (de verdad, si tenéis oportunidad leed la sentencia que no tiene desperdicio).

Vuelvo a repetir, yo no voy a defender la inocencia de alguien, porque no sé si es inocente. No pondría la mano en el fuego, desde luego. Pero si se condena a una persona por un delito hay que demostrar que ese delito se ha cometido. Si no se demuestra, en la sociedad en que vivimos debería ser inconcebible que se condenara a nadie.


Pero aparte de los ya mencionados, lo triste es que se me vienen a la mente algunas personas más condenadas sin pruebas, tanto por la justicia deportiva como por la ordinaria. Y eso genera miedo. La verdad.

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